LADRÓN DE BICICLETAS, DE DE SICA

He vuelto a ver al cabo de los años Ladrón de bicicletas, de Vittorio de Sica. Como en aquella pasada ocasión me ha vuelto a parecer un documento estremecedor de la Italia de posguerra. A más de Italia, yo añadiría de todo el contorno mediterráneo. Recuerdo que la precariedad material que viví en mi infancia no distaba mucho de la que se describe en la película. Cuando entramos en la casa de Antonio Ricci me parece estar viendo una descripción de lo que en lineas generales constituía mi hogar, con su mobiliario escaso y pobre, con esa cruz  de madera negra presidiendo la cama de mis padres, con mi madre empeñada en coladas interminables, con esa lucha sin cuartel por la vida que evidenciaba mi padre cada noche, cuando regresaba con la fiambrera envuelta en una talega, tras haber permanecido de sol a sol en el puesto de trabajo. Esa casa austera, sometida a los rigores de los tiempos, por la que había que pelear en ese ambiente hostil de las calles. La vida de Italia y España no se diferenciaban aunque allí reinase una democracia impuesta y en España el general Franco. La lucha por la supervivencia, esa ascesis cotidiana del pobre, envolvía la vida de latente desesperación, desesperación por la rudeza del ambiente y desesperación ante la incertidumbre del futuro.
No sé si el neorrealismo se inició con Rosellini, con De Sica o con Visconti, pero es seguro que con Ladrón de bicicletas alcanza su máximo exponente. De Sica fue un autor de filmografia desigual, pues aparte de esta obra maestra y la excelente el General della Rovere, menudeó la comedia comercial del brazo de Sofia Loren. Pero sin duda Ladrón de bicicletas ha quedado para la historia
como una obra de arte estremecedora donde la vida fluye en toda su dolorosa dimensión. Consta que su autenticidad fue pormenorizadamente elaborada por sus nada menos que cinco guionistas, de cuyo material De Sica supo extraer esa sustancia que nos habla de unos tiempos inciertos y de la vicisitud descarnada del pobre. Ladrón de bicicletas es una de esas películas a las que por respeto y rubor frente al rostro de la necesidad, no te llama a verla una y otra vez como fuente placentera de entretenimiento.
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Francisco Juliá

Soy Francisco Juliá, y el deseo de este blog es llegar al mayor número de lectores, compartir una hermandad a la que nos invita lo íntimo de la conciencia.

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