EL CUL(T)O DE LA VACA

Cuentan en las noticias que uno de los factores que incrementan el índice de accidentes de tráfico en la India lo constituye la intromisión de vacas descarriadas en la calzada. En cualquier país tal contrariedad tendría una solución rápida y expedita, que redundaría en un fulgurante incremento proteínico en las digestiones de los ciudadanos. Pero en la India, el pragmatismo de occidente choca con la influencia determinante con que cuenta la tradición. Porque la "vaca" en la india es un animal "intocable", y no en el sentido peyorativo que se da a esa casta menospreciada de la población. La "vaca" es intocable no por la mancilla a la pureza que pueda procurar su contacto, sino por participar de la condición de la entidades impolutas. Mentiríamos si conceptuáramos a la "vaca", fundamentando una arbitrariedad antropológica, como animal totémico. Porque el tótem es un estadío tribal que se da en el alborear de las culturas. Cierto que estos grupos prehistóricos desarrollaban sus mitos respecto de la elementalidad del mundo que les rodeaba, conformando su identidad en contraste con esa otro vitalismo que la naturaleza imponía. El hombre elemental ante el desafío con que la creación le maravillaba, pero siempre envuelta en el enigma, asumió la compleja realidad con la experiencia del símbolo. De ahí el tótem, pero la "vaca" hindú es otra cosa. Para empezar se ha revestido de una distinta dimensión espiritual, hasta encarnar el concepto de "sagrado". Hay que remontarse hasta el antiguo Egipto para encontrar una tradición pareja en el buey Apis. Pero sea como fuere, para un occidental siempre intrigará el interrogante de qué habrán visto los hindúes en la "vacas" para justificar su veneración, es más para disculpar incluso el coste de vidas humanas en esa lacra de los accidentes de tráfico.

El titulo del CUL(T)O DE LA VACA responde a una anécdota que el gran escritor Manuel Mujica Lainez refería sobre la enseñanza de uno de sus maestros de periodismo. Con la omisión de la "T" central le advertía de hasta dónde se podía llegar con la negligencia de un titular descuidado.
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Francisco Juliá

Soy Francisco Juliá, y el deseo de este blog es llegar al mayor número de lectores, compartir una hermandad a la que nos invita lo íntimo de la conciencia.

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